Fueron 32 años exactos que Dios quiso que estuvieramos juntos en este mundo terrenal. No nos conocimos físicamente durante los primeros nueve, pero en el décimo eso cambió. Eternamente agradeceré que me hubieses dado un hermano, el cual todavía quiero, admiro y conservo. Fuiste un ejemplo de vida... un excelente padre, guía, compañero de experiencias, y lo que siempre admiré y sigo admirando es el conjunto de valores incorruptibles que llevabas dentro de ti: Nobleza sin igual, honestidad a prueba de toda contingencia, integridad 24/7... Se me estremece todo mi interior en pensar y recordar todo el amor que pudiste irradiar durante toda tu vida, dicha que nos dio Dios. Tristeza??? claro que tengo, cómo no voy a tener tristeza al saber que no podemos compartir tantas cosas, cómo no sentir dolor de no poder decir un último adios, cómo no extrañarte, cómo no sentir impotencia al ver que se va un hombre tan valioso. Dios hace tiempo me enseñó que esos motivos de tristeza van con uno y no con la persona que se va. Esta tristeza se mezcla con alegría al darme cuenta que te has ido al cielo, has podido ver a Papa Dios y has encontrado la Paz Eterna, al sentir con seguridad que tenemos un angel que velará por todos nosotros desde allá arriba. Estoy convencido de la perpetuidad de la vida tanto espiritual, como emocional y también física: Tu bella alma estará siempre con nuestro Señor, eternamente estarás en nuestros recuerdos y en nuestros corazones, y tu hijo y tu nieto serán los encargados de transmitir un poco de ti de generación en generación.
Te queremos y te vamos a extrañar muchisimo